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Noticias y Actualidad de Venialbo

Baile del niño de Venialbo

27 de julio 2012

Venialbo es un rincón singular en la provincia de Zamora asentado en el corazón de la Tierra del Vino. Está situado al sur del Duero, al este de Zamora y al oeste de Toro  con cuya dilatada campiña confluye su término municipal, que en forma de rombo se extiende en su eje mayor con dirección de Noroeste a Sureste. Linda con  los términos de las localidades vecinas de El Piñero, San Miguel de la Ribera, El Pego, Valdefinjas, Sanzoles y Toro. También es rodeado por dehesas  y montes, que contribuyen a que haya  abundante caza y madera de encina, como El Monte Coto de unas 900 Hectáreas,  propiedad  municipal,  que los vecinos compraron  en 1581  a Felipe II, el Hondajo,  Valdemimbre, Aldeanueva, Pinar de Toro, Peñalva y Pinar de El Pego. Su  superficie  es de 4.188 Hectáreas y su altura sobre el Mediterráneo de 705 metros.

Gómez Carabias escribía de esta Villa en el último tercio del siglo XIX: “Esta villa laboriosa e ilustrada, tiene su asiento en una hermosa vega rodeada de tesos de poca elevación, poblados de viñedo y exquisitos frutales, y formada por una  deliciosa pradera que fecunda el río Talanda, unido  ya en aquel término con el Montoya y que atraviesa dividiendo en dos partes la población y corriendo por el término municipal cerca de dos leguas. Con las copiosas aguas de estos dos  ríos, aumentados por las corrientes de abundantes y numerosos manantiales, se fertiliza la rica y productiva pradera de exquisitos  y permanentes pastos con que se alimenta  un crecido número de ganado lanar, caballar, mular y vacuno holgón y de trabajo. Sus afueras pobladas de chopos, álamos y negrillos cuyas compactas  ramas impiden que los rayos del sol penetren en muchos lugares y al pie de cuyos troncos serpentean las cristalinas y exquisitas aguas de innumerables fuentes que brotan en aquellos puntos alegrados por el cántico del ruiseñor, del mirlo y del jilguero, hacen de ellas uno de los sitios más pintorescos y deliciosos del Partido de Toro.”

La que fue la “Gran Villa de Venialbo”,  ha ido sucumbiendo como es resto de poblaciones Castellanas, al fenómeno migratorio de sus vecinos  y de una población de unos 1700 habitantes a principios del siglo ha pasado a tener en la actualidad unos 518 habitantes, perdiendo junto a ello algunas  de sus identidades como lo fuera  su popular  cerámica y sus compañías de teatro  conocidas en toda la región.  En esta lucha por sobrevivir, ha ido manteniendo  muchas de sus costumbres más ancestrales,  y prueba de ello es el tradicional BAILE DEL NIÑO   que aún conserva de este brillante pasado.

El origen de este baile-procesión, del que se dice que fue compuesto y desarrollado por las gentes de Venialbo, puede estar en las jotas traídas desde la zona de Cantabria en tiempo de los Reyes Católicos cuando éstos mandan desocupar  las tierras zamoranas pobladas de judíos y repoblarlas de gentes cristianas, y que en el caso de Venialbo muchos de ellos, vinieron del Norte de la Península.
La fiesta es celebrada el 27 de Diciembre, día de San Juan, y estaba enmarcada dentro de las fiestas de invierno de la villa que duraban varios días: Nochebuena, Navidad, siguiente a Navidad, San Juan y los Santos Inocentes, perdurando este Baile del Niño como la tradición más identificativa de la localidad.

La población muestra con este baile la devoción religiosa que la ha distinguido siempre, como lo prueban las numerosas cofradías y hermandades existentes.
Elegancia y finura, son las notas destacadas de este baile, además de la religiosidad, fervor y adoración que se profesa al Recién Nacido. Todo gira en torno a él, siendo sagrado en este tradicional baile que los jóvenes no pueden dar la espalda a la figura del Niño que es portado en andas por los más pequeños. El baile es siempre de cara a la imagen, y tan sagrado era  esto, que antiguamente se ponían fuertes multas  a los danzantes que se atreviesen, en algún momento de la procesión, a  dar la espalda al Niño.
Este Baile-Procesión único en el mundo, se perdió durante algunas décadas, pero con la llegada del nuevo párroco Anastasio Covarribias y el empuje  y tesón de los vecinos en recuperar sus tradiciones, fue felizmente recuperado  en el año 1983,  y desde entonces es considerado como la fiesta más identificativa de Venialbo.

Antiguamente era bailado solamente por hombres, coincidiendo con la quintada principalmente, debido a la dificultad  y dureza del recorrido, así como al ritmo rápido del baile y la singularidad de hacerlo hacia atrás. Se bailaba sin ningún traje especial, solamente una pieza de cuero hasta las rodillas, “los leguis”, les protegían del agua y del barro en un recorrido de tierra. Hoy está abierto a mujeres y niños, y los danzantes llevan elegantes trajes regionales las jóvenes y los chicos van ataviados con pantalón negro, camisa blanca, chaleco y fajín, haciendo sonar sus castañuelas al ritmo de la música de la flauta y el tamboril. Los trajes  dan un colorido y una  vistosidad  especial a la procesión.

La procesión tiene lugar una vez finalizada la misa, y  hace un recorrido saliendo de la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción  por la carretera hasta las inmediaciones de la Ermita del Cristo de la Vera Cruz, situada en la zona alta de la localidad. Allí se producen las “venias” y se regresa nuevamente al templo de salida, no sin antes bailar el vistoso y tradicional “FLOREO” al niño en la Plaza de la Iglesia. La procesión finaliza con el rezo de un Padrenuestro, un Ave María y un Credo por parte de todos los presentes, regresando la procesión al templo de salida.

Jesús Vara Colino
C/   Carretera de Zamora nº5
49153  VENIALBO (Zamora)
Tlf. 980.57.32.67
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Baile del niño de Venialbo
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